LA CESAREA Y MI ENCUENTRO CON QUIRION (the wounded healer)



“Nuestras penas y heridas sólo son sanadas cuando las tocamos con compassion”
~ Buddha
Liz Palacios 
Mujer, Doula de embarazo, parto y post-parto , terapeuta floral, gestora de COmadres Tijuana.


Cuando programaron la cesarea de mi madre su ginecólogo de cabecera, sincera y auténticamente, pensaba que era lo mejor para las dos. Una cirugía de unos cuantos minutos que haría que yo naciera sin riesgos, y asi fué. O por lo menos eso creyeron mi mamá, mi papá, mi familia e incluso yo, hasta que…


Pero empezaré el relato por otro lado, por lo invisible. Por la sensación que nunca me atreví a confesar con palabras –pero que llevaba profundo en la mirada. Nombraré la sensación que al repetirse le daba patrón a mi vida. La sentía por dentro, como si estuviera escrita en todas mis células: “no apta para la vida”. 

Hoy lo entiendo, y después de numerosos trabajos terapéuticos, incluso la puedo nombrar sin dolor pero sobre todo, sin culpa. Porque, ¿qué puede hacer un niño que se siente así todos los días? en cada juego, en cada desafío de la vida, en cada transición. En mí eran sueños recurrentes de una tortuga naciendo entre cientos de ellas pero que, en lugar de nadar hacia el mar andaba hacia la playa, perdida. Caminando a su fracaso, a no sobrevivir. Recuerdo despertar todas las veces sabiendo que esa tortuguita, era yo.

Al principio, jugar con otros niños era delatar abiertamente que había cosas –para ellos naturales- que a mí me paralizaban. Como resultado, prefería no jugar, no exponerme. Después fue llegar a la escuela, a una fiesta, al parque… y de nuevo las transiciones. Unas veces aterradoras pero luego otras me parecían un mero requisito, ¡cosa fácil!. Lo que nadie se atrevía, yo sí. “Es una líder inhata” decían los profesores y otros adultos que observaban mi desenvolvimiento. Pero, nunca se preguntaron qué era lo que hacía que en el fondo de la personalidad de esa niña unas cosas fueran tan fáciles y para otras parecía totalmente incapacitada.

Aparentemente aquél ginoceobstetra estaba en lo cierto, mi nacimiento fue sin complicaciones, una cesárea de tantas que corren con éxito. Pero ¿dónde estaba usted Dr. esas noches en que yo misma no comprendía mi manera de ser?. ¿Dónde estaba usted las veces que lloraba de impotencia por no poder sacar mi cuerpo de la parálisis que me daba el miedo de enfrentar un nuevo reto?. O cuando caía en un sueño profundo1 cada vez que debía presentar un examen o afrontar una nueva situación.

Estos y otros rasgos los tenemos la inmensa generación de nacidos por cesárea. Rasgos que, de niña me hacían percibirme como la tortuga que no sobreviviría y luego, en edad adulta hacían que me culpara a mí misma por tener estos rasgos tan disociados, para unas cosas superman2, para otras incapaz3. Y tal vez algo de mi forma de ser les suene familiar, ya sea en ustedes mismos o en sus pequeños. Si naciste o nacieron de cesárea, paciencia. Nacer así es determinantes, pero no es definitivo.

Éste fue el origen de mi encuentro con Quirión, el sanador herido. Y hoy no puedo más que agradecer a la vida esta oportunidad. Porque en el momento en que me di cuenta que lo que me pasaba no era más que el resultado de no haber nacido por mí misma, de no haber grabado con mi propio esfuerzo que merezco la vida, entonces y sólo entonces pude empezar la búsqueda. La búsqueda de mi auténtico ser. 

¿Cómo será la Liz que sí nace por si misma? Me emocionaba la respuesta. Y un buen día, estaba ahí en mi primera terapia de renacimiento. No hablaré de cada una de ellas, sería aburrido. Lo que si diré es que me cambiaron la vida. Igual que se la cambia a cualquier persona su propio nacimiento. Y en cada una de esas terapias, descubría una parte de mí que faltaba, me iba integrando. 

La última  (la más espectacular para mí) me permitió sentir mis piernas. Jaja dirán algunos, ahora dice que en 30 años no sentía las piernas, y entonces ¿cómo caminaba?... No, si hasta “bailaba” les contestaré. Pero sí, efectivamente, lo hacía sin sentirlas. ¿Cómo lo supe? Sólo hasta que nací por mí misma, después de 30 años de vida. 

Estoy hablando de la terapia: Presencia Biodinámica en su parte de Biodinámica Perinatal. Esa vez hubo una ráfaga de energía que cimbró mi medula espinal. La sentí con magnífica claridad recorrer mi cerebro, mi columna y todas mis extremidades. Ahí, sentí mis piernas llenarse de un liquído (porque no encuentro mejor forma de describirlo) lleno de energía, de vigor, de poder. Las sentí vivas, fuertes, capaces, cómo nunca antes las había sentido. Y las use para salir de ese útero virtual. Entendí entonces porque en esos 30 años no me iba bien en los deportes, ni en los campamentos, siempre me caía o resbalaba ( y una vez más aprovechaba para etiquetarme: eres torpe). 

En fin, cada búsqueda emprendida para seguirme integrando me trae hoy hasta aquí. La experiencia de nacer por una cesárea que mi cuerpo no autorizó, me hace estar consciente de la realidad de los bebés en el vientre de sus madres. Y mientras yo pueda, no me cansaré de contar mi historia a las mamás. No por ellas, si no por los bebés. Porque efectivamente hay medios para sanarse frente a la falta de la poderosa experiencia de nacer, pero el tiempo en vida es valioso y es mejor sentir que merecemos la vida desde el inicio, sin tener que pasar tanto tiempo en terapias..

Hoy acompaño partos, y es así que en cada uno de ellos me sano un poco yo misma. Es así, que en cada parto procuro ofrendar mi experiencia para que las cesáreas sean sólo las necesarias. Sea mi voz inspiración para mamás y profesionales en torno al nacimiento. Escuchen en ella el eco de las voces de los que están por nacer y que este servicio sea en beneficio de todos los nuevos habitantes del planeta, para que puedan sentirse merecedores de la vida desde el principio, sin retardo.


 


1 Fue en una sesión de respiración holotrópica que discerní el origen de “quedarme dormida” con la experiencia que tuve en mi nacimiento. Al igual que en ese momento mi psique “se dormía” ante el desafío. Al nacer así inconscientemente aprendí que ante el desafío duermes - muy probablemente debido al efecto de la anestecia- y “despiertas” del otro lado. 

2 Términos acuñados por Stanislav Groff. Conferencia 3 de octubre 2004 en Mexico DF.

Idem





Comentarios

  1. WOW
    te leo y me leo, no en las letras sino en la sustancia, en el espiritu aterrador de enfrentar la vida no en la misma forma pero si de la misma manera. A un año de mi propio descubrimiento no he podido ponerle palabras coherentes a la sensación aunque voy día a día dejando atrás algo.
    Gracias por tu voz hermosa comadre
    B.Pacheco

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