Y sí, al final la verdad es lo mejor...

Queridas mamás hace casi un mes que les conté sobre la historia del gatito que murió y no saber si decirlo a mi niña y no,  y como no generar conflicto entre el deseo de mi madre (la abuela) de que mi hija no supiera todo lo que había pasado, si no leyeron la historia, se las pongo en el siguiente enlace: Nuestros hijos y la verdad... 

Se presento poder hacer un viaje en familia por dos semanas, y una semana estaríamos en casa de mi comadrita Gabriela (gestora de COmadres Qro.), me pareció una bella oportunidad hablar de lo que había pasado en este espacio, con otro espejo materno que comparte conmigo muchos puntos sobre la crianza, el punto es que no sabia muy bien como abordar el tema con María, hasta que un día lo decidí.

Senté a mi niña cerquita mío y comencé diciendo: María tengo algo que contarte, algo que hasta ahora siento que puedo decirte, y tengo las palabras para hacerlo... Le dije que el gatito que había llegado a la casa había muerto, que su abuela no quería que supiera por que ella no sabe muy bien como llevar el dolor de los que ama, pero que eso no tenía que ver con mi hija, tenía que ver con el propio proceso de su abuela, que era algo que su abuela tenía que resolver y que eso ya no nos tocaba a nosotras.

Mi niña, lo tomo con suavidad, ¿sintió feo? sí por que ella me lo dijo, sólo permití que María tuviera un espacio para sentir la verdad, no puse palabras en su boca, no le dije lo que tenía que sentir o no, al yo poderle contar la verdad de lo que había pasado con el gato, y al tenerlo yo misma integrado e incluso ya me había dado un espacio para sentir tristeza por la muerte de un ser vivo con el que mi hija se había encariñado.

María, me pregunto en dónde estaba el gato ahora que había muerto, le dije que su cuerpo estaba enterrado en el jardín de la amiga de  su abuela, y que la vida de todo ser vivo va más allá sólo del cuerpo, los seres existimos de muchas maneras, le conté como muchos artistas aún cuando su cuerpo ya no vive, ellos siguen existiendo cuando otras personas nos dejamos tocar por sus creaciones, terminamos hablando de Vivaldi, Mozart, Beethoven.

Me pidió visitar el lugar donde esta el cuerpo del gatito, me pareció curiosa esta petición ya que prácticamente ella no ha estado cerca de una experiencia similar, pero es curioso como algo en ella de manera muy natural deseaba darle sepultura a un ser querido.

María pudo platicar con mi comadre Gabriela y su hija mayor el evento, pudo contar su historia, lo curioso es que ella no entraba en dramas, sólo lo platicaba y decía lo que sentía, será que al yo no hacer un mar en un vaso de agua, ella de algún modo lo podía tomar con más naturalidad, justo como se lo explique: ... la muerte es parte de la vida María, así es...

Cuando llegamos del viaje, María le dijo a su abuela que ya sabía que el gatito había muerto, cuando su abuela le pregunto cómo estaba ella dijo, lo extraño abuela, pero la muerte es parte de la vida...

Cuando yo le conté a María la verdad, no lo hice para demostrar nada, ni para molestar a mi madre, lo hice por que es en lo creo, y al haberlo hecho así mi madre no dijo nada, no me reprocho.

Días después salieron otros temas con mi mamá sobre la forma en la que crío a María, y entonces me dí cuenta que lo del gato y su muerte era sólo la punta del iceberg, mi madre tiene un tema con esto de no compartir mucho de lo que yo hago como madre, pero esa es otra historia.

Por el momento les comparto que cuando mi mamá expreso su molestia sobre como soy mamá, fue muy liberador decirle que hago lo mejor que puedo, que seguramente me voy a equivocar y me equivoco todos los días, pero que de corazón a corazón estoy haciendo lo mejor que puedo, que confíe en que todos los días intento ser la mejor madre para María, que ahora era mi turno de ser madre, de equivocarme, de aprender de mi hija, también le di las gracias por su labor como mi madre, pero que ahora le tocaba ser la abuela, no la mamá.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado...

Foto: visita a COmadres Qro. Agosto 2013

Comentarios

  1. Qué bonito Lila... es fuerte ser madre... y una madre ecuánime y clamada sobre todo... y nosotras que luego somos el mar y el iceberg... comparto como tú que la verdad es un valor muy alto y que es sano saber vivir con ella... me gustó tu cuento... un beso chulita... en la distancia y con inciencito de copal... te abrazo.

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