Nuestros hijos y la verdad...

Ocurrió que la semana pasada llegó a casa de mi madre, en donde en este momento estamos viviendo como familia, un gatito bebé de apenas mes y medio de nacido, en esta casa ha vivido mi perro desde hace 5 años, siendo el dueño y señor de la casa, el caso es que mi familia y en especial mi hija deseaban tener un gato como nuevo integrante y la abuela quiso dar gusto al deseo de su nieta.

Cuando llegamos el perro no tuvo al parecer problemas con el gato, pero en cuanto mi madre puso al gatito en el piso y estos comenzaron a reconocerse, el perro siguió sus instintos y tomo al gato por el estómago, lo que sigue de la historia lo ahorro, pues parte no lo vi, lleve a mi hija dentro, ambas nos abrazamos, mi madre y su amigo le quitaron al perro el gatito, que ya estaba muy lastimado, no hubo heridas externas pero internas si.

Mi niña no entendía mucho lo que pasaba, estaba impresionada al igual que yo, sugerí llevar al gato con su mamá, tal vez estar cerca le ayudaría a recuperarse, pero no ocurrió el gatito murió esa noche mientras dormía en el cobijo de su madre.

La historia no acaba ahí, justo empieza la parte en donde mi niña comienza a tomar un espacio importante en el cuento.

Mi madre (la abuela) no quería que mi niña se enterará de la muerte del gato, yo estaba en la disyuntiva,   mi hija se había quedado con la idea de que el gato iría a recuperarse con su mamá, así que no había día en el que no preguntará si el gato ya iba a regresar. Entonces me di a la tarea de consultar con Carles Compañ (ponente y buen amigo que comparte la Presencia Biodinámica, terapia de la que soy practicante), yo le decía a Carles que no sabía qué hacer, que me preguntaba si la información de que el gato había muerto era una información que María necesitaba, si estaba sobre-protegiéndola, en fin...


A lo que Carles me respondió con una reflexión, el me decía:  La historia no es que la estas sobre protegiendo, la verdad es que te estas protegiendo ti ante la posibilidad de que María se sienta mal, es posible que ella se sienta mal permíteselo. La muerte es algo normal.


La reflexión me llevo a darme cuenta, de mi verdadero dolor, sí el gatito dolía, su sufrimiento, pero me dolía más que María pudiese sentir el dolor ante la perdida de una ilusión puesta en un ser vivo. Sin embargo al menos yo sabía la verdad, yo podía poner palabras a lo que sentía, y María estaba muy confundida, por qué, por que no sabía la verdad, por que había diálogos entre adultos de los cuales se sentía conectada pero excluida, ¿ acaso esto no es violencia?

Cuántas veces, no hemos aislado a los niños y bebés de la verdadera historia, de lo que ocurre en el "Mundo adulto" y ante lo cual como "adultos" nos tomamos la libertad de los niños pues creemos que no pueden con lo que de VERDAD ocurre. Mentir y/o ocultar al verdad no es proteger a los niños, es protegernos a nosotros mismos del posible dolor que la verdad cause a nuestros hijos.

Le plantee entonces a mi madre (la abuela) esta reflexión sobre de donde venía verdaderamente el no querer que María se enterará de la muerte del gato, ella no quiso mucho incorporar mis palabras, incluso hubo parte de chantaje para que yo no dijera la VERDAD a mi hija, y entonces me di cuenta  de los patrones en mi vida, no quise armar una lucha de poderes con mi madre, no quise alimentar más el chantaje en mi historia de vida, simplemente escuche sabiendo que el poder de madre de María es mío, ahora venía la parte más fuerte, cómo ejercer mi poder de madre, sin sumar lucha a la relación con mi propia madre, cómo decir a mi hija la verdad sin que esto significara un guerra entre mi madre y yo.

Recordé que años atrás le conté a María mi verdad ante la noticia de su llegada a nuestras vidas, en esa ocasión lo hice mientras mi bebé dormía, así que decidí tomar esa forma de hablar con la verdad, María dormía y yo le dije todo lo que sentía ante el suceso con el gato, le dije que el gatito había muerto, que ya no volvería, mientras tanto María suspiro un par de veces (tal y como hizo años atrás) esta vez pude sentir como su corazón se aceleró un poco pues mi mano estaba en el centro de su pecho. Le dije que no podía decirle esta historia cuando estaba despierta pues no estaba preparada ente un enfrentamiento con su abuela, y más cuando en este momento vivimos en su casa.

Esa noche, María despertó queriendo entrar al baño, pero no llego, se hizo pipí a la mitad del camino y entonces le vino un ataque de llanto, mi niña de algún modo estaba llorando, estaba pudiendo sacar lo que sentía ante la muerte del gato.

Ahora que han pasado unos días de todo este suceso y me siento a escribirles nuestra historia, puedo comenzar a ordenar aún más, partes de mi vida, de mis patrones, mi madre se protege ante el dolor que le puede causar el dolor de los que ama, yo me protejo de mi dolor ante las reacciones de mi madre, y  mientras tanto mi poder de madre lo he cedido, pues antes tengo que tomarme a mi misma, incluso en la casa de mi madre, incluso ante mi propia madre.

María merece saber la verdad, ahora despierta, poderle llorar o sentir lo que quiera sentir ante la pérdida del gato, merece saber sobre la muerte como parte de la vida, yo merezco tomar mi poder como madre de María como mujer adulta, hay una resistencia que siento, el temor a que mi madre se enoje conmigo, a que deje de ser su "hija adorada", pero la verdad es que pase lo que pase no dejaré de ser su hija, y si yo no me asumo como Mujer, madre de mis creaciones cuándo lo haré, hablaré con María de lo que ocurrió, ahora estando presente con sus ojitos abiertos y permitiéndole sentir, tomado mi poder de madre, permitiéndome abrazar a mi hija despierta, contenerle ante su sentir.

Quién soy para limitarle la verdad a mi hija, romper el patrón de no decir la verdad a los más pequeños por el propio dolor y protegernos como adultos, ahora es mi poder,  ya les contaré mamás la conclusión de esta historia, lo que viene es el capítulo dos de este cuento, ¿qué pasará cuando María sepa la verdad ahora despierta? ¿cómo reaccionará su abuela cuando se enteré de que no seguí sus instrucciones? eso sólo lo puedo saber diciendo la VERDAD.










Comentarios

  1. Lila bella, qué difícil cuando ser madre y ser hija nos coloca en una tensión de fuerzas opuestas. Yo también estoy en esa reflexión y sentimiento. Ahora lo que siento es la necesidad de acompañar a mi hija, sostenerla, abrazarla y caminar junto a ella con ojos y palabras verdaderas, sin disfraces ni dobleces, con palabras simples y claras. Si eso le duele a mi madre, tendré que recordar que su dolor no es mi responsabilidad, porque lo que le duele en realidad es su propia historia y las cicatrices que ha acumulado. Intentaré también acompañarla, pero sin que eso me desvíe, ni me aleje de la mano de mi hija. A veces es posible, otras no. De cualquier modo elijo besar, abrazar, escuchar y continuar.

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  2. Pasé por varias experiencias similares y me sentí reconocida en tu escrito porque es muy difícil ese equilibrio. Mi madre estuvo cerca de un año con nosotros, la última vez que había estado mi hijo tenía 6 meses y ella era la ama y señora de enseñarme a ser madre, pero ahora yo tenía 3 años con el y fueron varios los reproches que pasaron por mis métodos de crianza. No puedo decir que todas las veces los recibí de buena forma pero también la incluí en esa exploración de los por qué del comportamiento de mi hijo ante varios cambios que ha tenido que afrontar, enseñarle que incluirlos plenamente es también una forma de demostrarles amor y evitarles el dolor puede ocasionarles más sufrimiento a largo plazo. Gracias por tu bello escrito.

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  3. A veces creemos estar empoderadas y si lo estamos considero que el poder lo tenemos y lo sostenemos, sin embargo nos rendimos a momentos por las personas que amamos con el fin de no causarles molestias y esas no las hacemos a nosotras mismas. Ahora creo profundamente que las mamas nos hablan desde el punto de lo que ellas aprendieron la maternidad y lo defienden hasta querer transmitirlo tal cual a sus hijas. Es ahí donde ese poder de mujer abuela e hija debe de fusionarse para empoderar a la tercera generación que ya se manifiesta. Gracias Lila besos.

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