El enojo de mamá, de mujer, de compañera...

Esta semana vamos  llegando a casa después de días fuera de la ciudad, todo se presentó como algo casi de emergencia, mi marido tenía mucho trabajo y requirió de mi ayuda, al principio no me pareció complicado, ir unos fines de semana con él y que mi hija se quedara al cuidado de sus abuelas y posteriormente toda una semana en la que viajamos toda la familia por el mismo tema de trabajo, estar fuera de casa, de nuestras dinámicas familiares, de las que tengo como madre con mi hija, de mis espacios personales como mujer, comenzaron a hacer un hueco en la panza que cada vez se ponía más duro, perdí apetito y el sueño, con poca comida y poco sueño me sentía muy enojada y por otro lado una gran sensación de no poder vincularme con mi hija como deseaba, pues tener mi atención en mil cosas más que cuando estoy en casa, me dejaba sin tiempo, sin energía y con mucho enojo.

Transcurrieron los días de trabajo, y finalmente volvimos a casa, en cuanto llegue una inmensa paz invadió mi cuerpo, estaba en mi nidito por fin!! pero casi de inmediato el enojo volvió, la falta de hambre y sueño, me di cuenta que estaba pasando por alto algo que me molestaba, pero no lograba verlo. Y así llegue hasta el día de hoy, que  tuve un compromiso de trabajo y salí de casa desde la mañana, quería salir lo antes posible alejarme de todo, de todos, de mi marido, mi hija, mis trastes sucios, y entonces llegue hasta el metrobus, me senté al lado de una madre con un bebé de unos 6 meses, veía perfecto la escena, el bebé venía dentro de su canguro, sentado, mirando hacia su madre, como un changuito, con una paz infinita,  tomaba su biberón con poca agua y en realidad sólo estaba succionando el aire por que el biberón no estaba lo suficientemente inclinado, la mamá veía hacia enfrente con la mirada perdida, en una de las paradas entraron unas muchachas que reían mucho, la mamá del bebé volteo a verlas con gran enojo, y yo con deseos de decirle mire que el biberón acomodelo bien, le va a dar cólico, etc, pero cuando estaba a punto de hacerlo tuve que bajar y seguir mi camino, estuve en mi junta y tuve la oportunidad de quedarme un rato con mi comadre Maribel a terminar el trabajo, tomar un café y comer un pan dulce, y entonces tuve la oportunidad de escuchar a mi amiga, de saber como estaba, de sentir su proceso, de bendecir sus planes, sus sueños y sin darme cuenta algo se relajaba en mi estomago, nos salieron lagrimitas a ambas, nuestros corazones abiertos conectándose sin juicios, al regresar de a casa de nuevo me subí a un camión al llegar a donde me bajo, una mamá se levantó de su asiento y grito "deje el cuaderno de tu hermana" bajo y sus hijos permanecían sentados entonces desde abajo  los llamo, baje después de ellos, mientras atravesábamos la calle, la mamá comenzó a llorar, y decirse lo estúpida que era, que siempre le pasaban esas cosas, jalaba a los niños de sus brazos cada vez que decía algo en contra de ella, al pasar cerquita lo único que hice fue mandarle mucho amor a esta madre, que supiera que aunque no nos conozcamos de manera íntima, empatizaba con su enojo, su dolor, con sus emociones, comenzó a llover, corrí por la calle que lleva a mi casa, llena de árboles, el viento me saludaba, la lluvia me tocaba, con tanta prisa en los últimos días lo había olvidado. Llegue a casa y mi familia estaba dormida, acostada en el lecho familiar, en paz, abrace a mi compañero, puse el oído en su pecho para escuchar sus corazón con vida y en silencio le di las gracias.

Al encontrarme con dos mamás que en su silencio decían tanto, que en sus gritos callaban tanto, me permití conectar con lo que me pasaba a mí, al saber que mi comadre estaba ahí compartiendo la misma mesa, conectando en un mismo corazón recordé a mi tribu, la de las madres del Mundo.

Una mujer, una madre, una compañera, no tiene el deber de olvidarse de sí misma, por nada, ni por nadie, en medio de la dinámica diaria, de las dinámicas emergentes, buscar un espacio para estar con una misma y escuchar como su ser se conecta en una danza perfecta con el Universo, es un derecho que sólo nos negamos nosotras mismas.

MujerMadreCompañeraAmiga, hoy busco unos minutos para escuchar los latidos del corazón, para bordar con estas manos el tejido del Amor, para respirar sin prisa, para no olvidar que el infinito amor no se olvida de nosotras, que el abandono empieza cuando no nos permitimos sentir lo más sutil y sagrado de nuestro vientre, de nuestro ser entero, y si nosotras nos abandonamos, ¿cómo no abandonar lo que amamos?

Comentarios

  1. Es hermoso Lila, gracias por compartir con el corazón abierto de par en par, gracias a Maribel por estar ahí para ti, gracias a la maternidad que te permite ver que en el fondo todas somos iguales y lo único que necesitamos en vernos desde afuera, libre de prejuicios y de culpas, para abrazarnos por lo que somos MUJERES. Te quiero.

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