Les dejamos un texto que la comadre Mónica mamá de Sidharta nos comparte a todas.
MI MAESTRO
Raquel Tasa
¿No se los había contado? Tengo un maestro. Él me ha enseñado que no hay más momento que ahora
ni cosa más importante que lo que nos ocupa en este momento, porque
quién se acuerda de lo que paso hace un instante y quién sabe lo que
pasara en un rato.
Mi
Maestro es pura emoción, nada mental entorpece su visión, así que llora
cuando el cuerpo se lo pide, sin pedir disculpas, sin mesura, porque el
dolor, la necesidad, la querencia es intensa y lo apura hasta el fondo.
Ah!
Pero mi Maestro sonríe casi siempre, y me rindo ante él cuando lo hace,
porque sus sonrisas me dan la vida, me tonifican, me hacen subir a la
nube más esponjosa, y quiero más, siempre más, y cuando ríe, el mundo
entero está en su carcajada, en su boca abierta, en sus ojos brillantes,
y me sumo a cada carcajada haciéndome grande, inmensa, porque soy capaz
de provocarlas, y él me las regala a cada día, a cada rato, sin
medirlas, sin pedir nada a cambio.
Hasta
ahora no sabía del valor profundo del ahora ni de lo valioso que es
vivir poquito a poco, sin prisas, sin relojes, dejándome llevar por sus
ritmos sabios sin exigir imponer los míos absurdos.
Mi
Maestro no castiga. No castiga nunca, reclama lo que necesita con
sonrisas y, si no escuchas, grita, llora; por eso, procuro estar atenta
para proporcionarle aquello que reclama antes de que se desborde, y
entonces y aún cuando me he retrasado, me regala sonrisas por aquello ya
que pasó, ya no quiere recordar. Ahora es ahora, y ahora tiene mi pecho
saciando su hambre o mi brazo alzando su cuerpo.
Me
ha enseñando que el ser humano es juguetón por naturaleza, salvaje,
suave, mimoso, libre, que cuando das una caricia también te acaricias a
ti mismo, y así, mientras le alimento de esta leche que me nace sólo
para él, que nunca tiene fin, ambos nos acariciamos y nos damos las
gracias, hasta que el sueño le vence y duerme como hace ahora, y es
ahora cuando, al mirarlo, todavía me parece más sabio.
Tengo
un Maestro grande y sabio aposentado en un cuerpo chiquito, al que veo
crecer día a día. Me enamoré de él hace más de nueve meses y aún antes
ya lo quería y aún antes de antes lo presentía y lo amaba. ¡Ah! Dirás,
pero si lo ama, entonces no es Maestro, está cegada; pero no, lo siento, no tienen razón. El amor no ciega, el amor abre los ojos, y nunca antes había estado tan despierta.
Para seguir festejando les armanmos una lista de videos en YouTube: Tributo a la madre
Mil gracias, es hermoso.
ResponderEliminar