Gritar a nuestros hijos no es la más plena y dichosa manera de educar.

Llevo varios días sintiendo que María esta alterada, gritona, enojóna, no entiende razón, en fin en una actitud poco habitual en ella, en un principio pensé que se trataba de una etapa y lo he también adjudicado a la salida de muelas y colmillos, cuando comenzó todo esto intente afrontarlo con paciencia, aun que para ser sincera no siempre era lo que más surgía de mi ante situaciones de berrinches gritos y reclamos que empezaban en María y terminaban siendo mutuos, los días fueron pasando entre pequeños momentos de calma y muchos momentos de llanto y gritos por parte de mi bebé y yo.

Llegue a un punto inimaginable por mi parte, un día que tuvimos lleno de compromisos estando con mi familia, les pedí que la cuidarán un ratito y me escondí de mi bebé, así es, no quería saber más, y no se trataba de darme un espacio, se trataba de una huida.

Ahora más clara me pregunto ¿acaso no estaba intentado huir incluso de mi misma? ¿huir de aquellas actitudes mías que detesto y que cuando María las tiene me las recuerda y como no he sabido como tratarlas en mi, mucho menos se como enfrentarlas cuando María las tiene?

Y bueno llegamos al día de hoy, que ya toda mi poca paciencia se agoto y brotó todo mi ogro en su esplendor.

Comenzamos el día así: Por la mañana María despertó antes que yo y bajo de la cama, la escuche pero seguí dormitando, después sin darme cuenta cuánto tiempo había pasado sentí sus pequeños deditos entrando en mi boca con un sabor nada agradable entonces de un sobresalto desperté y me di cuenta que tenía una botella de shampoo ( que no tengo la menor idea de donde saco) abierta y derramada por todas mis sabanas, almohadas, pijama, mi cara, es decir aquello era un desastre y llegó lo esperado grite, le dije que era una desconsiderada, que solo se dedicaba a darme trabajo y tuve unas ganas infinitas de darle un manaso, sin embargo no lo hice pero cuando tome una toalla para limpiarla, lo hice de manera fuerte y agresiva, salí enojadísima de la recamara y María me seguía e intentaba hablarme, yo le decía: "No me hables, estoy muy enojada contigo y no te dirigiré la palabra" ( Ahora escribiendo, recuerdo que era unos de los castigos que mi madre tenía para conmigo cuando hacía una travesura, o simplemente algo q ella no toleraba).

En el transcurso de la mañana María gritaba por todo, se dedico a aventar sus juguetes por toda la casa y a pedir teta a cada momento, yo en momentos gritaba también, en otros no le hacía caso, en otros me agachaba a abrazarla, besarla y pedirle perdón entre llantos de ambas y esta ecuación se repitió una vez tras otra.

Llego la tarde y la hora de la siesta, me acosté a darla la teta y olí que había hecho caca, entonces le pregunte ¿María hiciste del baño? y ella respondió: mamá caca! ( es la primera vez que hace consciente hacer caca, pero yo inmersa en mi malestar no me di cuenta y lo pase como si nada).

Cuando le cambiaba el pañal, comenzó a gritar y a moverse, agotada mi paciencia grite y le dije, "no más" "cuál es tu problema" "haces lío por todo" ante mis gritos María se quedo quieta y ojerosa, yo seguí cambiándola sin reparar en lo asustada que se encontraba ella. En cuanto le levante las piernitas para limpiarla, María comenzó a moverse y a agitar su cuerpo hasta q se salió del pañal y embarró las sabanas limpias, ahora de caca, yo brote en gritos, enojo, llanto y palabras horribles, ella no lloraba solo me miraba y sus ojeras como las mías se notaban más, recogí todo, sabanas, pañal, papel y lo lleve a la lavadora, María permaneció sentada en la cama, yo lloraba y al volver y ver sus ojos llenos de ojeras recordé los míos y los de mi hermano tal como se ponen cuando algo nos asusta o nos sobrepasa,sobre todo cuando nuestra madre nos regañaba, entonces, le puse el pañal, le dije que la amaba que me perdonara, que me diera un beso y sin más se acerco me beso y me abrazo.

Después me pidió teta y se quedo dormida.

En este espacio de silencio, comencé a reflexionar sobre este día y los anteriores, tomé la computadora y pinche en google Laura Gutman, entre el sin fin de respuestas pinche en una intuitivamente y encontré el siguiente texto:


"Aquello que decimos

Los niños creen en los padres. Cuando les decimos una y otra vez que son encantadores, que son los príncipes o princesas de la casa, que son guapos, listos, inteligentes y divertidos, se convierten en eso que nosotros decimos que son. Por el contrario, cuando les decimos que son tontos, mentirosos, malos, egoístas o distraídos, obviamente, responden a los mandatos y actúan como tales. Aquello que los padres -o quienes nos ocupamos de criar – decimos, se constituye en lo más sólido de la identidad del niño.

Los niños no tienen más virtudes unos que otros. Ahora bien, el niño no suficientemente mirado, mimado, apalabrado y tomado en cuenta por sus padres, dará mayor crédito a sus discapacidades. Y sufrirá. En cambio el niño mirado y admirado por sus padres, amado a través de los actos cariñosos cotidianos, contará con una seguridad en sí mismo que le permitirá erigirse sobre sus mejores virtudes y al mismo tiempo reírse de sus dificultades.

Si nos damos cuenta que nuestros hijos sufren, si tienen la auto estima baja, si tienen vergüenza, si se creen malos deportistas, malos alumnos, o que no están a la altura de las circunstancias, si les cuesta hablar, relacionarse, jugar con otros, si suponen que son lentos, o si son víctimas de las burlas de sus compañeros; nos corresponde accionar a favor de ellos, ya mismo. Lo peor que podríamos hacer es exigirles que asuman solos sus problemas.

Podemos nombrar aquellas virtudes, recursos o habilidades que el niño sí dispone como individuo. Por ejemplo, que es un niño que siempre dice la verdad. Que nunca traicionaría a un amigo. Que es incapaz de lastimar a otro. Que observa y comprende a los que sufren. Que es generoso y tolerante. Decirles a los niños que son hermosos, amados, bienvenidos, adorados, nobles, bellos, que son la luz de nuestros ojos y la alegría de nuestro corazón; genera hijos seguros, felices y bien dispuestos. Es posible que las palabras bonitas no aparezcan en nuestro vocabulario, porque jamás las hemos escuchado en nuestra infancia.

En ese caso, nos toca aprenderlas. Si hacemos ese trabajo ahora, nuestros hijos -al devenir padres- no tendrán que asumir esta lección. Porque surgirán de sus entrañas con total naturalidad, las palabras más bellas y las frases más gratificantes hacia sus hijos. Y esas cadenas de palabras amorosas se perpetuarán por generaciones y generaciones, sin que nuestros nietos y bisnietos reparen en ellas, porque harán parte de su genuina manera de ser. Pensemos que es una inversión a futuro con riesgo cero. De ahora en más… ¡sólo palabras de amor para nuestros hijos! Gritemos al viento que los amamos hasta el cielo. Y más alto aún. Y más y más...

Extracto de un artículo del libro “Mujeres visibles, madres invisibles” de Laura Gutman

Lo encontré en el siguiente blog: http://criandocreando.com/blog/tag/laura-gutman

Después de leer esto, reparé en que desde que empezó esta actitud en María, yo solo le he dicho: ¿qué te pasa? no grites! eres una enojóna, gritona, mal educada, chillona y un sin fin de calificativos negativos, y lo que pudo ser una incomodidad pasajera por los dientes, o un mal momento, se multiplico día tras día ante mis reacciones y María lo único que hacía era actuar mis calificativos.

EN definitiva no creo en el "si yo hubiera..." pero si creo en cambiar viejos hábitos, ya sean colgados por nuestros padres, por otros o adquiridos por decisión propia.

Creo en, tomar un tiempo y preguntarnos sobre las conductas de nuestros hijos y como estas nos reflejan las de nosotros mismos, se que en nuestra labor de madres, esposas, amas de casa, plomeras, carpinteras, psicólogas y todas las labores de las que estamos llenas, creemos que no hay un espacio para reflexionar y hacernos conscientes de nuestros actos, pero si intentáramos tener este espacio por más pequeño que sea, ahorraríamos mucho tiempo en regaños que solo nos traerán más momentos difíciles, estaríamos criando hijos en el amor, sin hábitos heredados por nosotras y si, seres humanos soberanos, sin miedos y amorosos.


Les cuento que cuando María despertó la recibí con un gran abrazo le dije que es una niña hermosa y que doy gracias al universo de que me haya elegido su madre, ella sonrió y me dijo feliz, Mamá!, después salimos a dar un paseo y comencé con la nueva tarea, hablarle con amor y hacerle entender el por que de ciertas cosas que no debe hacer, pero de manera positiva, en lugar de decirle calificativos negativos, le decía María eres una niña muy entendida por favor escúchame y aprendamos juntas, en fin, este cambio en mi, tuvo resultados inmediatos en ella, incluso en su manera de comer, llevaba varios días comiendo muy poquito y esta tarde tomo una merienda muy sustanciosa.

Ya a la hora de dormir, no hizo un solo berrinche para el cambio de pañal, nos bailo un poco a mi y a su papá, rió mucho y se dejo arrullar felizmente.

María, hijita Gracias por llegar al Mundo y tener la valentía de ser mi Maestra, Te amo.

Dedicado a María y a mis amadas comadritas que sin su compañía este camino sería desolado y sin ellas no habría conocido a Laura Gutman.

Comentarios

  1. hola!!! te agregue a la lista de mi blog:

    http://crianzaencancun.blogspot.com/

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  2. Tienes razón Lila, la mejor forma de entrar en contacto con nuestros hijos es a través del amor vuelto palabra; así se establece la comprensión de ambas partes. Una tarea difícil, pero sin duda gratificante.

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  3. Te felicito por la sinceridad, por encontrarte con "la luz" como diría Laura Gutman, hacerte cargo y tratar de mejorar... Es un camino difícil. Yo gracias a Dios empecé tratamiento con alguien del equipo de Laura Gutman justo antes de que mi hija, también María, llegara a la "adolescencia de los 2 años" así que venía un poco preparada... Sabía que esas situaciones me iban a poner igual que a vos, porque así lo mamé en mi casa. Pero que podía hacer algo distinto. Por ahora se me ha escapado la paciencia sólo algunas veces contadas con los dedos de 1 mano, pero estoy atenta, es un trabajo difícil para mí por la historia que traigo... Pero es posible! Y algo que me dijo mi psicóloga me dejomuy tranquila, los hijos saben perdonarnos y con el tiempo, si nos esforzamos, nos vamos a ir equivocando menos y aprendiendo más =)
    Yo también siento que mi hija es mi maestra.
    Espero que andes bien. Besitos! PAOLA.

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  4. HOla Paola, Gracias por tu amorosa compañía a distancia, en verdad que cuando podemos mirarnos una a otras, desde el lugar de maternidad, es como si todo se iluminara. Tus palabras me recuerdan que aun q de eso ya paso 1 año, no hay que aflojar la chamba y la atención de nuestros dolores. Les mando muchos besos y seguimos por aca, leeyendonos, mirandonos, recordando que somos una misma tribu con un único latir. Con amor. <Lila

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  5. Estoy justo atravesando algo similar con Milo y creo que esto me va a servir mucho. Gracias!

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  6. Es un placer Natalia!! volví a leer el texto que escribí hace dos años y aun que las travesuras y los malestares han cambiado, el centro de nuestra relación madre e hija no, su compañía me ayuda a recordar ese centro y regresar a el. Mil gracias por estar ahi!!

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