Todos crecemos juntos...

Hemos crecido, a mi hija María le gusta mucho su  tiempo en la escuela, con sus amigas, en el club, con su papá, en fin, tiempos en donde ella puede seguir experimentando y yo no necesariamente estoy presente físicamente, por que me ha explicado que hay un hilo invisible que conecta su corazón con el mío, y algo dentro mío sabe que es real y que ella de verdad lo cree, no por que yo lo haya repetido mucho, si no por que el tiempo que ha necesitado de mi presencia full time lo ha tenido, es curioso, por que pareciera que mientras más clara sienten tu escucha y compañía su corazón se va expandiendo con confianza para seguir tejiendo vínculos con la vida, que esa confianza en el amor que se ha tejido entre la dos, se puede expandir hacia otros seres humanos, y hacia otras relaciones.


Recuerdo que cuando ella nació, me conmovía mucho cuando nos encontrábamos piel con piel y ella me miraba como si yo fuese el todo, como si no hubiera nada más , como si la única forma de conocer al mundo fuese a través de mi, y ahora que hemos crecido juntas, me doy cuenta de que María también vino a mostrarme el mundo a través de ella, vino a mostrarme la confianza en la vida.

Cuando digo que hemos crecido juntas me refiero a que de verdad lo hemos hecho, y un texto de Cristina Romero de su libro Pintará los soles de su camino, lo dice muy bien, pues pareciera que son nuestros hijos los que crecen y si nos lo permitimos el SER humano en nosotros esta creciendo también con ellos.

Y después de poco más de seis años que por primera vez los preciosos y redondos ojos morenos de María me miraron, puedo decir que hemos crecido, hoy yo no soy ya todo el mundo de mi niña, y me llena de alegría, por que se que su corazón esta impregnado del infinito amor que nos sentimos,  y que esta relación que cada vez se expande más, me regala de nuevo la oportunidad de afirmar la confianza en la vida, pues ella crece y sus relaciones con ella, su necesidad de espacios sin mi, su necesidad de retos y exploraciones y en medio de un suspiro que aveces se me atora en la garganta, sigo respirando la confianza en la vida que mi hermosa hija me ha venido a develar y lo sigue haciendo.

Comparto un fragmento de una mis lecturas favoritas que en  momentos de desconfianza me ha acompañado con mucha suavidad y me ayuda a recordar esa paz en la vida.





Conéctate con tus hijos 
de corazón a corazón.
Deja que te miren a ti, a
los árboles, el agua y el cielo. Deja que
sientan dolor, Siéntelo con ellos.

Tócalos con tus manos, tus ojos y tu corazón.
Permite que se vinculen al mundo viviente y palpitante.
Permite que perciban sus
sentimientos y enséñales los nombres que
poseen.

Regresa a la sencillez elemental.

Fragmento del poema "Regreso" del libro El tao de la maternidad de Vimala Mc Clure

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